La mayoría de los bebés empiezan
a caminar alrededor del año de edad. En su camino se encontrará con bastantes
tropezones. Esto es parte del desarrollo de los niños de 1 a 2 años. Sus
primeros pasos son inseguros, pero poco a poco el niño va afianzando el proceso
de andar.
El mayor logro del niño durante
el segundo año de su vida consiste en estabilizar su andar. Primero debe aprender a ponerse de
pie por sí solo, cosa que logrará poco a poco, apoyándose en la pared, los
muebles o en las personas. Al
principio de este proceso, el niño camina con las piernas
separadas. Esto le hace
avanzar balanceándose de lado a lado, por lo que pierde el equilibrio con
facilidad. Poco a poco, y tras muchas caídas, el niño aprende a estabilizar su
andar juntando más las piernas, colocando los pies paralelos, dando pasos más
cortos y utilizando los brazos para equilibrarse.
Es generalmente a partir de los dieciocho meses cuando el niño controla
por completo el proceso de andar.
Cambia de sentido con facilidad y anda de lado y hacia atrás y, como ya no
utiliza los brazos para equilibrarse, puede andar llevando objetos en ambas
manos.
Aprendemos a caminar por
experimentación y simulación durante los 8 primeros años de vida. De los 8 a los 15 años siguen
habiendo cambios en la marcha pero tienen que ver más con la longitud y
frecuencia del paso. En carrera sucede lo mismo.
Nuestro sistema óseo se modifica dependiendo de las
fuerzas mecánicas a las que es sometido. Un niño al que se le obliga a caminar cuando su sistema
neuromuscular aún no está preparado producirá alteraciones en su esqueleto y aprenderá de una forma errónea el patrón de
marcha. A todos los papas les gusta que su niño sea el primero en
caminar, hablar… pero esto puede ser un error. Ellos solos deberían de empezar
a hacer sus primeros pasos y lo harán cuando estén preparados. Para un niño es
importante pasar por la fase de volteo y gateo antes de empezar a intentar
poner los pies en el suelo.
La forma de caminar y correr es diferente si estas
descalzo o calzado y diferente dependiendo del zapato que lleves puesto. Un niño nunca debería de llevar zapatos
puestos. Estos alteran el patrón de marcha, modifican la señal
propioceptiva y por supuesto la estructura ósea.
La mayoría de niños al nacer tienen los pies planos
y una tendencia al valgo de rodilla (las rodillas se les van para adentro). Lo
que produce la varización (piernas arqueadas) de las piernas y el aumento del
arco plantar son factores mecánicos y por maduración del sistema neurológico.
Así que, cuando lleve tiempo caminando si no hay nada que altere la maduración
de su sistema locomotor sus piernas se irán separando “de forma correcta, sino
hay fuerzas mecánicas en exceso” y su arco plantar se le irá formando.
Si tu hijo sufre alguna alteración neuromuscular en los patrones de marcha el objetivo
será corregirla para devolverle la
funcionalidad a su sistema neuromuscular.
Así, hasta
los 4-5 años, no se precisa tratamiento alguno para estos pies planos laxos, ya
que como hemos dicho, son fisiológicos. Se pueden y se deben dar
recomendaciones, en el sentido de:
- Controlar el sobrepeso de los niños.
- Aconsejar la realización de ejercicios sencillos (puntillas, talones, recoger cosas con los dedos de los pies).
- Caminar por terrenos naturales como arena o grama.
- Normas para uso de un calzado adecuado, que tenga un contrafuerte "fuerte", que mantenga el talón bien sujeto, y una suela flexible que no comprima excesivamente el antepié. El calzado fisiológico, debe dejar libres las articulaciones del tobillo y de los dedos (metatarsofalángicas), y debe mantener el talón vertical, evitando la desviación en valgo.
La utilización de plantillas debe instaurarse a partir de los 4 o 5 años de edad en casos
de alteraciones estructurales del aparato locomotor, tales como
(anteversión femoral, genu valgo, pie aplanado, valgo o laxo). De hecho muchos de
los deportistas que acuden a consulta sufren lesiones por alteraciones en su
pisada arrastradas desde la infancia, cuando tenemos la posibilidad de corregir
la estructura anatómica del pie hasta los 14 años.
Niños y adolescentes de 6
a 20 años: En el desarrollo
de la pisada es fundamental, hacer un estudio de la pisada y marcha a temprana edad
puede contribuir a evitar futuras lesiones. Con tan solo un acto de medición como el estudio
de pisada se puede diagnosticar y corregir la evolución de escoliosis, rodillas varo o
val de rodillas (rodillas hacia dentro o hacia afuera) o pisadas pronadoras o
supinadoras (meter los pies hacia dentro o hacia afuera).
En los niños es importante hacer el estudio de la marcha en sus
primeros años de vida, debido a que sus estructuras musculoesqueléticas son más
flexibles, por ello cualquier problema del pie o que repercute en él, como por
ejemplo un pie plano valgo, una rotación de cadera o de tibia u otros problemas
que puedan derivar en una mala pisada, debemos tratarlos cuanto antes para
obtener el mayor éxito posible en su tratamiento, que puede ser mediante
plantillas, o con la realización de una serie de ejercicios terapéuticos
supervisados por el fisioterapeuta o médico rehabilitador.
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